Como sabía que en esa huaca nadie había sembrado limones, tuvo miedo de cogerlos. No atinaba que hacer, quiso correr y huir pero no podía moverse. Se quedó estático, empezó a temblar hasta que sacando un poco de valor y fuerza desde lo más hondo de su ser, estiro la mano y evitando que las espinas del limonero lo hieran, cogió dos limones, los más cercanos y fáciles de tomarlos. Los guardo en sus bolsillos y sin mirar hacia atrás salió corriendo, sintiendo que alguien lo seguía.
Muchas voces y ruidos salían detrás de él pero no les hizo caso y corrió,… corrió como loco, cruzo los campos, salto acequias y por fin desfalleciente, sin aliento, llego a su casa, entro sin decir nada, ingreso a su dormitorio y se quedó dormido hasta el día siguiente.
Al despertar por la mañana, no se acordaba de la aventura pasada durante la noche pero sentía un profundo dolor de cabeza y su garganta reseca. Como pudo se levantó para tomar un poco de agua y meter la mano a su bolsillo dio con los limones, pero su sorpresa fue mayor, cuando al sacarlo vio que esos limones eran de oro, entonces recordó lo que le había pasado.
Dicen que con ese oro compro más tierras y llego hacer un próspero agricultor de la zona.