jueves, 15 de noviembre de 2018

El Becerro Encantado en la Huaca Colorada o Huaca que Tiembla.



Vi basura, desmonte, carretera por encima de restos arqueológicos que se van perdiendo poco a poco y a esa pérdida se suma la existencia absurda de una granja de pollos en una zona intangible. Aún así, aparece el relato de un animalito que fue codiciado hace muchísimo tiempo. El relato escrito al pie de la letra nos narra el profesor Carlos Sánchez Vega quien le llama de manera corta "El becerro encantado".
"Cuentan que el viejo huaquero Matías, que vivía en Llamipe, llevado por la codicia de querer apoderarse del becerro de oro, que en plena Luna llena solía salir en la cima de la Huaca Colorada o Huaca que Tiembla, organizó una expedición con los más experimentados huaqueros de la comarca.
Llamipe. Caserío antiguo desde donde se inicia el relato del Becerro Encantado. Lugar natal de Don Matías
Fue un viernes del mes de mayo que salieron del pueblo de Llamipe con dirección a dicha huaca. Estaban decididos a todo. Atravesaron las ruinas de “Chiqtoy” o “Chiquitoy Viejo” y luego de una hora de camino llegaron al pie de la huaca. Esta era alta, de color rojizo, semejante a la arcilla quemada. Tenía forma piramidal y no se notaba en ella huella de haber sido saqueada.
Huaca Colorada
Bebiendo y chacchando esperaron que llegara las 12 de la noche para subir hasta la cima. La noche estaba iluminada por la Luna y el firmamento se encontraba tapizado de luceros. En total eran cinco los que participaban en aquella aventura. Llevaban linternas y sogas, pues pretendían enlazar al becerro para que no se les escapara. Minutos antes de la hora señalada, empezaron a escalar.
A las 12 en punto la huaca empezó a temblar. Todos estaban intranquilos y atentos en espera de que saliera aquel brillante y famoso becerro.
De pronto, y cuando menos lo esperaban, surgió el becerro de oro y su brillo los encegueció a todos. Cuatro se lanzaron sobre él con la finalidad de cogerlo. Ocurrió entonces algo sorprendente: la parte central de la huaca se abrió y el becerro, junto con los que habían cogido, fueron tragados y sepultados en medio de un ruido ensordecedor.
Luego vino un silencio sepulcral como si nada hubiera acontecido. Cuentan que al día siguiente, encontraron al huaquero Matías divagando por los arenales, había perdido la razón y hablaba cosas sin sentido. En la actualidad es la única huaca del valle Chicama que cambia de color conforme pasan las horas del día, que tiembla a las doce de la noche y a la que los huaqueros respetan y no se atreven a profanar sus secretos

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